Entre los temas que están de actualidad en los últimos tiempos en la vida política y social andaluza, destaca especialmente el proceso de reforma del Estatuto de Autonomía y la polémica sobre el uso del término nación aplicado a Andalucía.
Más allá de las simplistas y falsas descalificaciones que pretender hacer ver el separatismo y la ruptura entre quienes defiende dicho término nación, creo que es muy importante dicho debate para la sociedad granadina y andaluza. Respecto a la forma, parece claro y viable el encaje constitucional de una nación andaluza que representa al pueblo andaluz asentado en esta tierra y con unos claros signos de identidad comunes.
Pero es en el fondo donde está la verdadera clave: en un momento donde se está redefiniendo la realidad de España, los andaluces y andaluzas, desde Baza y comarca hasta Motril y la costa, toda Granada y toda Andalucía, debemos recuperar el espíritu del 28 de febrero de 1980 y no resignarnos a seguir siendo de segunda categoría, dependiendo de cómo pretendan utilizarnos los grandes partidos políticos (PSOE y PP) para sus intereses particulares en la lucha por el poder.
Los andaluces y andaluzas queremos ser nación, reafirmando nuestra identidad en el conjunto de España y reivindicando el máximo techo competencial que nos permita tener un autogobierno adecuado a las necesidades de nuestra tierra. Que si Andalucía es una nación, yo creo que sí, que nos merecemos ser nación y que debemos luchar por todo lo que ello significa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 3 de octubre de 2005