El eterno ibérico es la testiculina, la seña de identidad carpetovetónica. En cuanto aparece la palabra "cobardía" nos retrotrae a las más rancias tradiciones patrias. Para qué hablar de lo que ha dicho el PP del presidente de la Junta: "Está dispuesto a vender y a traicionar a Andalucía". A lo que se ve la cosa va de redaños. De declaraciones altisonantes y el presidente de la Junta "sólo" ha dicho que no está de acuerdo con el Estatuto catalán. Debería haber sido más racial. Encima nos dicen que no ha defendido la llamada deuda histórica, ese invento consistente en que toda España nos debe algo. En esto tampoco tiene Chaves el arrojo suficiente. De nada sirve que no hace ni un año que el Gobierno central le pagó al de Andalucía 2.500 millones de euros del déficit por la financiación autonómica, ni de que hace un mes se acordaron transferencias para la sanidad por otros 600 millones. Que se hayan retirado recursos judiciales y transferido competencias. Da igual. No hay lo que hay que tener. Además estamos convencidos de que Cataluña tiene mejor trato. Es otra constante para lo que no hacen falta encuestas. Para ser sincero he de confesar que no me produce el más mínimo temor el Estatuto catalán. Debo entrar en el grupo de los pusilánimes y los vendepatrias. Me da igual que los catalanes se llamen a sí mismos nación, no creo que le afecte a Andalucía lo más mínimo. Creo que nosotros formamos parte de la nación española, pero también me da un igual. Es a los nacionalistas de todo tipo a los que les importan símbolos y palabras. Las apelaciones a los derechos históricos no sirven para nada. Es como si el Estatuto andaluz lo escribimos en verso y ponemos una referencia a Argantonio. Incluso hay aspectos del proyecto de Estatuto catalán que veo interesantes para Andalucía, como la laicidad de la enseñanza y el derecho a morir dignamente. Ahora bien, en el tema del dinero creo que hay que ser exigentes e impedir privilegios. Eso sí es fundamental. No puede funcionar un Estado en el que cada uno se quede con la parte que estime conveniente. Sería una locura y castigaría a las zonas más desfavorecidas. Es un asunto sustancial y no el temor a que se rompa un país que lleva siglos unido y que no se va a deshacer ahora por mucho que lo anuncien con cálculo político el PP y su coro mediático.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 3 de octubre de 2005