La selección femenina de Irán no pudo ayer cumplir su deseo y proclamarse vencedora del Campeonato del Mundo de fútbol femenino de Asia Occidental. La de Jordania, al calor de su público, la derrotó por 2-1.
En cualquier caso, las jugadoras iraníes tienen un mérito añadido al de su propia condición de finalistas. Y es que, debido a sus normas religiosas, afrontaron la competición con un hándicap: su uniforme no era precisamente ligero, sino que consistía en gruesos chándales hasta los tobillos y con mangas largas y el velo islámico (hiyab) bien ceñido a la cabeza.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 3 de octubre de 2005