De manera discreta pero decisiva, el Gobierno de Estados Unidos trabajó ayer intensamente para ayudar a desbloquear las negociaciones sobre el futuro de Turquía en la Unión Europea. La secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, mantuvo una conversación telefónica con el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, para ofrecerle garantías de que el acuerdo no afecta al futuro de la OTAN. Hasta ese momento, el Gobierno de Ankara consideraba que la negociación llevaba encubierta la imposición de aceptar a Chipre en la OTAN y en otras organizaciones internacionales.
A pesar de que la ministra austriaca de exteriores, Ursula Plassnik, señaló que su rechazo a la entrada de Turquía en la Unión Europa no se vería nunca afectado por las "presiones internacionales" (en referencia al impulso estadounidense), el cambio de actitud de ese país se produjo poco después de los contactos de última hora entre los gobiernos de Washington y Viena. Fuentes diplomáticas temían que la implicación de Estados Unidos en el proceso fuera acogida con frialdad por la UE o se interpretara como una injerencia no bienvenida, pero finalmente contribuyeron al desbloqueo.
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Tras su conversación con Rice, Erdogan mostró de nuevo su satisfacción por "el apoyo continuo" de Estados Unidos a la entrada de Turquía en la UE. El subsecretario de Estado, Nicholas Burns, había declarado horas antes que "Turquía pertenece a Europa".
Para el Gobierno de Estados Unidos, la permanencia y participación plena de Turquía en la OTAN es esencial no sólo por las ventajas militares que proporciona su situación geográfica, sino también por el significado de la participación de un país mayoritariamente musulmán en una organización occidental.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 4 de octubre de 2005