Alcalde, como ciudadano y persona discapacitada, le invito a que acepte dar un paseo conmigo, sólo de 10 minutos, por el barrio que más le guste y a la hora que mejor le convenga por esta ciudad que usted gobierna, para comprobar in situ ambos el caos en el que vivimos y baje de la nube faraónica a la realidad terrenal de zanjas, andamios y otros adornos urbanos. Como ciego, debo señalarle que esto ya es el colmo del caos y la anarquía por sus sueños de grandeza.
En dos años y medio ha logrado sumir a Madrid en la capital olímpica del atasco y la dificultad de transitar. Menos pedir perdón y más planificación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 4 de octubre de 2005