Me alegra ver que a alguien más le ha molestado esa estupidez de organizar en Madrid los Mundiales de Ciclismo. Estamos como para cortar la calle. ¡Y encima nos cuesta dinero! Pero llueve sobre mojado, y ya muchos nos callamos y agachamos la cabeza ante quienes despilfarran en nuestra ciudad.
Pero estoy en desacuerdo con algunas cosas. Así, no puedo dejar de pedir que no se identifique el espectáculo del ciclismo y el uso normal de la bicicleta. Para quienes la usamos todos los días la bici no es un deporte, es un medio de transporte. No obstaculizamos el tráfico: somos pocos, y no arrastramos una tonelada de metal. En cambio, cada coche contamina: hace ruido, echa humo, y mata fácilmente.
El uso del coche ¿no tiene nada que ver con la afición? ¿Cuánta gente va a todas partes en vehículo privado no porque lo necesite, sino porque el metro huele mal, o por cualquier otra razón peregrina, o sin pensárselo mucho, por sinrazón? Me dirá usted que para eso pagan impuestos, y tienen permisos de circulación.
Perfecto: que nos examinen y nos cobren. Sería un primer paso para reconocer que existimos. Mientras tanto, los carriles bici serán rutas de ninguna parte a ninguna otra, como si fuera sólo una cosa para pasarlo bien los fines de semana.
Es posible que los ciclistas y los coches vivamos en paz (aunque siempre nos llevaremos la peor parte), pero no con este Ayuntamiento.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 5 de octubre de 2005