Decía aquella vieja canción ... "es una m... este Madrid que ni las ratas pueden vivir", pues así seguimos en el barrio de Las Rosas, en San Blas, en Canillejas, en Vicálvaro, en todas partes señor Ruiz-Gallardón.
Todas las mañanas salir de casa para ir al trabajo, si tienes que coger el coche, es una maldición, y si tienes que coger el transporte público, ya puedes llorar, a tope el mejor metro del mundo, la línea 4, la 5, la 6, la 7... los autobuses arrasando, claro, los cochazos están en doble fila.
Lo mejor es cuando llegas, ¡por fin en casa!, con el atascazo que me he "comido" en la rotonda de Arcentales y M-40, medio puente derruido desde junio: ¿Qué irán a hacer?, ¿lo arreglaran?, llegas a casa, abres el buzón y... ¡ la contribución urbana!
El IBI, la puñalada anual al ciudadano para que sigan haciendo de esta ciudad un lugar poco habitable. ¿Exagero? Si además del tráfico, la falta de urbanidad de todos nosotros, sumamos la suciedad, las cacas de perros por todos los lugares, y ese tufillo que viene muchas tardes de Valdemingomez, ¿es exagerado? ¿A que aspiran políticos y gestores en general?
Por favor, queremos vivir tranquilos, no ser protagonistas de nada; se vota para que los elegidos se ocupen de eso, facilitar la vida a sus conciudadanos.
Ustedes no nos representan. Queremos que se haga con nuestro dinero, nuestra contribución, lo adecuado, no los sueños faraónicos de unos u otros. Y sigue sin caer lluvia que arrastre toda esto que flota en el ambiente..
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de octubre de 2005