Dice el conseller González Pons, refiriéndose al estatuto catalán: "Si Cataluña come más, los demás tendremos que comer menos". ¡Pero qué me dice usted, don Esteban! ¿También va a tener la culpa Cataluña de que los valencianos "comamos menos", es decir, que tengamos que recibir menos recursos de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), porque Cataluña trate de reducir la diferencia entre lo que aporta a los PGE y lo que recibe? Nosotros también aportamos más de lo que recibimos. No somos Extremadura o Andalucía. Los valencianos, como recordaba recientemente el profesor Vicent Soler, estamos en el furgón de cola del gasto público per cápita, junto a catalanes y baleáricos, a pesar de contribuir por encima de la media con arreglo a nuestra renta per cápita. La Generalitat está endeudada hasta las cejas, debido a las inversiones alocadas en proyectos faraónicos durante las dos legislaturas de gobierno del megalómano Zaplana, detrayendo recursos financieros de inversiones más productivas, más de interés social para los ciudadanos contribuyentes. Y así está el Consell presidido por Camps, que apenas tiene dinero para llegar a fin de mes. No hay dinero, por ejemplo, para llevar a cabo la modernización de los regadíos del Júcar, necesaria para facilitar los sobrantes de agua para transvasar al Vinalopó. Y encima, Camps se va a Alicante para manifestarse con los empresarios de la construcción ¡pidiendo agua del Júcar! Miles de escolares tienen que asistir a clase en barracones. Los alcaldes piden escuelas e institutos. Pero Camps dice que va a destinar 350 millones para embellecer los pueblos. ¿Pero tiene esos millones? El presidente de Baleares, Jaume Matas, también del PP, en lugar de decir tonterías como la de González Pons, culpando a los catalanes de que vamos a "comer menos", toma la palabra y pide para Baleares el mismo sistema que Cataluña. Porque también las Baleares, como el País Valenciano, aporta al Estado más de lo que recibe. Y quiere rebajar esa aportación para poder invertir más en beneficio de su pueblo. Esa decisión es la de un político de verdad. Y no la de un político "ploramiques" como son los nuestros.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 7 de octubre de 2005