La historia que nos cuenta Barbara Garlaschelli (Milán, 1965, escritora de gran éxito en Italia como autora de novelas infantiles y de género negro, ya se adivina en las primeras páginas de Hermanas, autora de. Hay un hombre atado a una cama, y esa cama está en la habitación de una casa en la que habitan dos hermanas. Una de ellas, Amelia, es hermosa, dominante y se dedica a la enseñanza. Virginia es muy bella, débil de carácter y con una inteligencia un tanto deslucida, que en ocasiones parece alejarla de la realidad. Las mujeres rondan los cuarenta años y ambas se muestran reservadas y esquivas. La casa es la casa familiar, esto es: allí crecieron y allí vieron morir a sus abuelos y a su madre, y sufrieron el abandono del padre. El hogar de la infancia es también un rincón construido con secretos, recuerdos infelices y oscuros silencios. De modo que, bajo ese techo Virginia se ha negado la capacidad de reacción y Amelia ha organizado un reino tedioso donde no son bienvenidos los extraños.
HERMANAS
Barbara Garlaschelli
Traducción de Jorge Rizzo
Roca. Barcelona, 2005
184 páginas. 16 euros
En su inicio y al mismo tiempo, esta novela se advierte inquietante y claustrofóbica en su escenografía y también procura la impresión de lo ya leído, aunque en temas de misterio y de legados emocionales la tensión alcanza su oportunidad mientras se va andando el camino de la novela y van apareciendo cuestiones siniestras que atenazan el ánimo del lector. Sin embargo, el texto de Barbara Garlaschelli no avanza en este sentido, o por lo menos no con el ímpetu que esta lectora espera, pues la intriga no adquiere los matices imprescindibles y no se evoca con fuerza la inquietud. Y eso a pesar del vigor literario que tiene en ocasiones la melancolía de una de las hermanas, lo que le proporciona un carácter que se desenvuelve entre la timidez infantil y la perversa debilidad. También estuvo bien la intención del juego cruzado de la manifestación descriptiva con el monólogo interior, así como la velada aportación de algunos secundarios. Sin embargo, aunque la propuesta resulte atractiva y haya momentos instalados en una atmósfera eficaz, todo esto no llega a complementarse, por lo que resulta insuficiente para promover la inquietud que se sugiere al inicio y que nos instalaba en un tenso transcurrir de días engullidos por un pasado que se oculta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 8 de octubre de 2005