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OPINIÓN DEL LECTOR

No se dejen engañar

Mi padre, como muchos otros andaluces, emigró a Cataluña muy joven en busca de una oportunidad que en aquel tiempo su Huelva natal no podía ofrecerle. Al llegar a Barcelona conoció a una catalana con la que formó una familia, la mía. Desde siempre, mis hermanos y yo hemos tenido muy claro de dónde venimos, cuáles son nuestras raíces. Sí, soy catalán y también, mal que pese a muchos, español. Por mucho que lo intenten algunos, tanto de un lado como del otro, jamás conseguirán hacerme sentir diferente. No logro entender el por qué de este odio hacia Cataluña y hacia los catalanes cuando la mayoría no renegamos de lo que somos, al contrario, ni queremos la independencia ni nada que se le asemeje. No se dejen engañar por aquellos que disfrazan con artimañas mediáticas una España que no existe, y que sólo se preocupan por volver a ocupar los asientos que en su día perdieron. Soy lo que soy y estoy muy orgulloso de ello.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 9 de octubre de 2005