Fue como una partida de ajedrez. Empezaron a mover peones tímidamente y terminaron radiografiando las contradicciones de la modernidad, tumbando reyes y derribando torres y caballos. Michel Houellebecq y su amigo Fernando Arrabal, rompieron ayer la fresca tranquilidad otoñal de León, en donde el autor francés recibió el Premio Leteo, y compartieron ante 400 personas las obsesiones y provocaciones que les unen y separan.
La modernidad no es signo de vanguardia. Esta idea atraviesa la exposición Mimesis. Realismos modernos, 1918-1945, que con 145 pinturas explica una nueva idea de arte moderno que no coincide con el de las vanguardias históricas.
Naipes, altares portátiles, aperos de labranza, pistolas, mapas y hasta un par de escarpines de terciopelo forman parte de las 425 piezas originales, procedentes de un centenar de museos y colecciones privadas, que reconstruyen la vida cotidiana del universo que rodeó al autor del Quijote en la exposición El mundo que vivió Cervantes. La muestra permanecerá abierta desde mañana hasta el 8 de enero en el Centro Cultural de la Villa de Madrid..
Rachel Whiteread desveló ayer el laberinto espacial que ha construido en la sala de turbinas de la Tate Modern de Londres.