El pasado sábado 1 de octubre más de 10.000 personas (15.000, según otras fuentes) ocuparon el centro de Madrid en una manifestación que, por una vez, no era de reivindicación ni de protesta, sino de alegría y agradecimiento.
Miles de personas sordas, familiares, amigos y profesionales relacionados con la discapacidad auditiva (intérpretes, logopedas, maestros...) procedentes de toda España celebrábamos el Día Mundial de las Personas Sordas con un entusiasmo inusitado: el suscitado por la aprobación en el Consejo de Ministros del 16 de septiembre del proyecto de Ley para el Reconocimiento de la Lengua de Signos, así como de los sistemas de apoyo a la comunicación en lengua oral para las personas con discapacidad auditiva.
Sin embargo, dicha concentración (que empezó a las 17.00 en la plaza de Neptuno y se prolongó hasta pasadas las 22.00 con diversas manifestaciones culturales en la Puerta del Sol) no ha merecido la menor reseña en prácticamente ningún medio de comunicación, pese a que la prensa estuvo convocada e hizo acto de presencia.
¿Una manifestación de más de 10.000 personas no es noticia?; ¿la presencia del ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, no es noticia?; ¿la lectura de un manifiesto por parte de un escritor de reconocido prestigio como Juan José Millás no es noticia? ¿No es importante transmitir a la sociedad la enorme satisfacción de todo un colectivo?
Para todos los que estuvimos allí sí lo es. Por lo menos, que conste aquí nuestra alegría por este pequeño gran avance y nuestro agradecimiento a todos los que, de una forma u otra, han estado con nosotros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 11 de octubre de 2005