Diariamente vemos en la tele hechos que nos pueden herir la sensibilidad y hoy no ha sido diferente. Lo que no comprendo es cómo cosas así pasan aún en este país, porque por desgracia y vergüenza es un pueblo de España donde sucede. En él sueltan a un toro en medio del campo y unos pocos energúmenos borrachos y no tan borrachos se dedican a clavarle lanzas hasta que consiguen acabar con su vida. Una vez muerto el animal le cortan los testículos y los cuelgan de una lanza.
¡Dios mío!, creo que en mi país es donde se hacen más barbaridades con los animales y no comprendo cómo se pueden permitir estas atrocidades en el siglo en el que estamos. En verdad siento mucha pena e impotencia de que estas cosas aún sucedan. Sólo tengo la esperanza de que alguna vez se acaben.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 12 de octubre de 2005