En un anuncio de televisión se ve a un hombre abriendo un paquete de café mientras acierta a recitar ¡simultáneamente! la tabla del uno. Se oye durante la hilarante escena una voz femenina que dice algo así como: "Enhorabuena, chicos, al fin podréis hacer dos cosas a la vez".
No hace falta rodar un anuncio con los papeles cambiados, aplicando un supuesto e indeseable principio de reciprocidad del mal gusto, para percibir el tufillo rancio que desprende la "modernidad" mal digerida.
Por cierto, ayer probé con éxito a exprimir naranjas con la tabla del siete, que es mucho más difícil. Y es que yo, cuando quiero, también soy muy gracioso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 12 de octubre de 2005