Vuelvo de pasar tres semanas en La Coruña. Durante ese tiempo he visto a dos (tres, como máximo) ciclistas circulando por la acera. No he visto hacerlo a ningún motorista. No he advertido ni un solo gorrilla. Reflexionaba que, si yo fuera alcalde de Valencia, haría bien en invitar a una paella al alcalde de La Coruña, Francisco Vázquez, y preguntarle a los postres cómo se las arregla para evitar las plagas endémicas de gorrillas, y de motoristas y ciclistas por las aceras, que padecemos en nuestra ciudad. Claro que Francisco Vázquez puede responder: "Simplemente, haciendo cumplir las ordenanzas municipales". Y entonces... ¡qué vergüenza.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de octubre de 2005