"Cuando los años sesenta / estén perdidos como el mil / y mi esqueleto carezca incluso / de la nostalgia del mundo / qué importará mi 'vida privada' / míseros esqueletos sin vida / privada ni pública, chantajistas, / ¡qué contará! Contarán mis ternuras, / seré yo, tras la muerte, en primavera / quien gane la partida en la furia / de mi amor por el agua bendita del sol", escribió el director de El decamerón, de El evangelio según san Mateo, de Teorema. Un hombre cuya vida sigue despertando interés y hasta obsesiones, un fuego quizá alimentado por el enigma de su muerte violenta y extraña.
Pier Paolo Pasolini (19221975) era un hombre afilado y cortante. Lo era su rostro anguloso, sus ojillos brillantes y su cuerpo magro, lo eran sus poemas -aunque destilaran emociones, en sus versos hasta el amor es densamente oscuro- y, desde luego, lo eran sus artículos, sus escritos políticos, su cine radical y sin tapujos. PPP vivió tiempos difíciles en una Italia que amó y retrató, que criticó y a la que quiso cambiar. El programa que desarrolla el Círculo de Bellas Artes hasta el 30 de octubre intenta echar nuevas miradas sobre su vida y su obra. Pero, aparte de esas actividades efímeras, se ha editado un libro que puede interesar a los admiradores del artista y el hombre.
PIER PAOLO PASOLINI. PALABRA DE CORSARIO
Varios autores
Círculo de Bellas Artes Madrid, 2005
349 páginas. 22 euros
Palabra de corsario está hecho de fragmentos. Al inicio hay una serie de textos cortos de autores como Remo Bodei y Bernardo Bertolucci, junto a los de poetas españoles como Luis García Montero y Benjamín Prado. Después se organizan una selección de cartas de Pasolini -a Italo Calvino o Allen Ginsberg-; artículos publicados en revistas (con elocuentes títulos y argumentos como: El verdadero fascismo y por tanto el verdadero antifascismo; La Iglesia, los penes y las vaginas; Habría que procesar a los jerarcas democristianos o El fútbol "es" un lenguaje con sus poetas y prosistas).
También hay abundancia de fotografías de toda su vida y de los rodajes de sus filmes, e imágenes de sus manuscritos y dibujos, pero el meollo de esta edición dispersa, y no por ello incoherente, son los muchos poemas que se incluyen en versión bilingüe. Él siempre dijo que, ante todo, era poeta, aun en los años de sequía creativa. En estas páginas dedica poemas a Jruschov, a Marx, a Franco, a Charlot, a los críticos católicos y los literatos contemporáneos, a las madres. Su poesía era testimonial y fluía como el pensamiento. Su sensibilidad era capaz de dejarla ir, con pocas dudas, como quien construye un edificio con pensamientos fríos y calientes.
Al final se incluye una en-
trevista que dio al periodista Furio Colombo el 1 de noviembre de 1975, pocas horas antes de ser asesinado y que él mismo quiso que se titulara: Todos estamos en peligro. Y otra reconstrucción. El periodista Peter Dragazde lo entrevistó en varias ocasiones a lo largo de seis años, para revistas anglosajonas que al final no se atrevían a publicar sus airadas respuestas. Un buen día, Pasolini cogió los folios con los apuntes de todas esas declaraciones, los reordenó y los volvió a escribir a máquina a manera de reflexiones sobre diversos temas. "Esto es mi testamento espiritual e intelectual. Si ocurriera algo, Dragazde, sáquelo. Creo que a alguien le podría interesar". Ideas, pensamientos y deseos que todavía dicen mucho.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 15 de octubre de 2005