Millones de personas esperan eternamente una mínima ayuda económica para sobrevivir. Mientras, algunos multimillonarios se gastan millones de dólares en caprichos demenciales como ir al espacio para tratar de experimentar lo que debería experimentar consigo mismo y sin ir a ningún lugar; la plena satisfacción, o como quiera llamarlo cada uno.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 17 de octubre de 2005