Ayer falleció Julio López, director de Banca Minorista, máximo responsable de la red de oficinas del BBVA. Tenía 48 años de edad y fue víctima de una larga enfermedad. Sin embargo, los problemas de salud no le impidieron estar al pie del cañón hasta el último minuto. Todavía el viernes pasado, Julio, nacido en Sagunto (Valencia), acudió a una reunión de la patronal bancaria en representación de su entidad. Hace un año, cuando supo el mal que le aquejaba, dio un ejemplo de entereza al decidir seguir adelante con el trabajo diario, incluyendo los actos públicos con los medios de comunicación.
Julio López, casado y con dos hijos, era consciente de que su trabajo era dirigir la sala de máquinas del BBVA, las 3.400 oficinas repartidas por toda España que generan la mayor parte del beneficio del banco. Por eso nunca cerraba su oficina particular. Los empleados y directivos sabían que siempre estaba dispuesto. Respondía los correos electrónicos en minutos y, además, agradecía los comentarios recibidos.
Consciente de la mala fama que rodea a los bancos, Julio López estaba obsesionado por mejorar la calidad de servicio, hacer más fácil la vida de los clientes del BBVA. "Al cliente tenemos que ser capaces de ofrecerle lo que verdaderamente necesita. Hay que innovar y no aburrirles", insistía.
En su opinión, el camino para lograr este objetivo eran las nuevas tecnologías. Fue promotor de productos apoyados en Internet y en las tarjetas de crédito destinadas a los jóvenes, siempre pensando en sus hijos. Julio López, gran entusiasta de los proyectos en los que se implicaba, tenía en cuenta lo importante que era motivar a los equipos, quizá porque conocía el negocio bancario desde abajo.
Comenzó su carrera en el BBV, en donde llegó a ocuparse de la estrategia bajo la tutela de Pedro Luis Uriarte, ex consejero delegado. Con la fusión de Argentaria, fue responsable de Banca Corporativa y luego de las oficinas.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 21 de octubre de 2005