Ingresé por urgencias de traumatología con fractura de fémur, el pasado día 24 de mayo y fui dado de alta, después de haber sido operado el día 30 de mayo. Hasta aquí todo normal y satisfactorio (si excluimos las habitaciones de tres camas, absolutamente tercermundista); la labor de médicos, sanitarios y auxiliares excelente y de gran profesionalidad.
Los problemas surgieron cuando tuve que marchar a casa. El alta me fue dada a las 14.30 horas y la ambulancia llegó a recogerme a las 23.30. Ante mis protestas, nadie pudo darme respuestas; hice una reclamación por escrito de la que hoy, todavía no he recibido contestación.
Por lo que he podido informarme, es ésta una situación que se produce a diario, con la indignación de enfermos y personal sanitario, sin que las autoridades del SAS se dignen tomar cartas en el asunto.
Me pregunto qué clase de patente de corso tiene la empresa adjudicataria para hacer lo que le venga en gana, con un manifiesto desprecio hacia los enfermos, conculcando los derechos de éstos. ¿Quién protege estas actuaciones y qué clase de contratos tiene suscrito el SAS y la empresa de ambulancias?
Éstas y otras preguntas deberían ser contestadas por las autoridades sanitarias a las que pagamos para que defiendan la dignidad del enfermo amén de su salud.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 22 de octubre de 2005