Doscientos años después de la batalla, el Reino Unido conmemora el hecho con absoluta naturalidad, y en estos actos castrenses participa nuestra Armada sin ningún complejo y sin ninguna vergüenza: es un hecho histórico asimilado y aceptado. Es un gran sinsentido apelar a la memoria histórica y al rencor por este trágico suceso de un más que evidente pasado, del que debemos aprender con objetividad y respeto. Más difícil es, sin embargo, aceptar otros hechos históricos como tales (y que no nombraré, puesto que ya estamos hartos de que nos los recuerden en todas partes), a pesar de haber transcurrido 70 años. Los españoles aprendemos muy mal la historia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de octubre de 2005