A la hora de abordar este tema, el Gobierno debiera haber caído en la cuenta de que hay todoterrenos que no se usan para lucirse por la ciudad, sino por necesidad en el medio rural. Por otra parte, el razonamiento de que esta decisión es para reducir la contaminación cae por su propio peso. Si la proporción de todoterrenos respecto a turismos vendidos es de 1 a 13 en 2005, y sólo algunos futuros compradores dejaran de comprar por la subida: ¿cuánta contaminación ahorraríamos? Para reducir de verdad la contaminación, más le valdría al Ejecutivo pensar en resolver o paliar el verdadero estado de colapso de la anticuada red de carreteras y sus hipercontaminantes atascos cotidianos. Además, ¿por qué subir el impuesto, como siempre, al ciudadano comprador y no a la adinerada empresa fabricante? Ecologismo del barato y más de lo de siempre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 31 de octubre de 2005