Viendo las imágenes que durante estos días nos traen las televisiones de los huracanas en el Caribe, no puedo dejar de pensar en la decrepitud a la que estamos llegando los seres humanos occidentales.
Cuando miles de personas han perdido su trabajo, sus escasas pertenencias, algunos hasta parte de sus familias, y su mayor preocupación es conseguir agua potable y un poco de comida, cuando pueblos enteros están siendo destruidos por la Naturaleza, la única preocupación de los jóvenes lunamieleros que se fueron de vacaciones a un hotel de cinco estrellas es que no han podido disfrutar, ni sacar fotos, que nadie se ha preocupado por ellos y que no sabían en qué vuelo iban a volver.
Buena demostración de egoísmo la que estamos dando. Luego se nos llenará la boca hablando de solidaridad, pero lo importante son nuestras vacaciones occidentales a precios caribeños y no las desgracias ajenas de los que están para servirnos.
Al final va a ser verdad aquel dicho de que la vida nos trata igual de mal a todos: "A tí se te ha muerto tu padre y a mí se me ha roto una uña".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 2 de noviembre de 2005