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Crítica:CLÁSICA

Detalles

El solo anuncio del nombre de sir John Eliot Gardiner mueve a la filarmonía a esperar impaciente lo que habrá de venir. Cuando sale al escenario se redobla la admiración por su estupenda figura, lo elegante que va siempre y esa sonrisa, inteligente, que impone distancia y respeto. Sentado lo cual, pasamos a comentar un concierto que fue muy agradable, bueno pero no muy bueno. Empezó con una obertura de Oberon, de Weber, estupendamente dicha por la Orquesta Revolucionaria y Romántica, con Gardiner destacando muy bien los primeros datos de una noche que iba de hadas. Le siguió la Sinfonía escocesa, de Mendelssohn, en versión algo ayuna de relieves. Precisamente aquí comenzó el principal problema de una Orquesta Revolucionaria y Romántica que no acabó de encontrar su equilibrio: las trompas. Ya se sabe que exigir afinación casi perfecta a las trompas naturales es mucho pedir, pero se consigue. En la segunda parte la cosa recobró vuelo con la música de El sueño de una noche de verano, de Mendelssohn, con media docena de estupendas cantantes actrices que dijeron el verso shakespeariano con admirable soltura. Y es que eso fue éste: unos cuantos detalles maravillosos en un discurso demasiado autosatisfecho.

Orquesta Revolucionaria y Romántica

John Eliot Gardiner, director. Obras de Weber y Mendelssohn. Auditorio Nacional. Madrid, 2 de noviembre. Día Universal del Ahorro. Caja Madrid.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 4 de noviembre de 2005