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OPINIÓN DEL LECTOR

Un erial

Tardaron varios años en transformar un descampado inmundo en un proyecto de parque. Los vecinos de Antonio López Aguado, en Madrid, estábamos de enhorabuena. ¡Por fin! Después de tantos años de requerimientos y protestas, ya teníamos un lugar digno frente a nuestras viviendas, donde los niños podían jugar y los mayores solazarse.

Pero no habíamos pensado en la segunda parte del "entramado": continuar las tareas emprendidas, obra más ardua a veces que la propia ejecución (¿más costosa, quizá?). El nuevo parque, junto al de bomberos, se había transformado en un erial y los millones gastados de nuestros impuestos no servían para nada una vez más.

Preguntados incesantemente, los jardineros respondían que el mantenimiento del nuevo parque le correspondía al Ayuntamiento y que no había suficiente personal ya que, tras finalizar las obras, no habían contratado más jardineros. ¡Para ese viaje no hacían falta estas alforjas!

Yo comprendo que es mucho más lucido y electoralmente conveniente proyectar grandes transformaciones faraónicas, pero tener un espacio cuidado y limpio, con hierba de verdad en vez de "tierra verde", cuidado por jardineros deseosos de ser contratados por el Ayuntamiento, es también una pretensión digna. ¡Lástima que el señor Ruiz-Gallardón no piense como yo o no viva frente al parque.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 5 de noviembre de 2005