Un cantaor que hace dos cantes por soleá y dos por siguiriya, en un total de ocho, merece por lo menos un respeto. Canela de San Roque los hizo, soltando con largueza la voz, que llevó muy arriba. Quizá, si se hubiera acordado de los bajos de vez en cuando, habría alcanzado una mayor matización, una mejor riqueza expresiva. Pese a ello estuvo bien, pues hablamos de un cantaor cuidadoso hasta el extremo, que mima los cantes, que los acuna buscando siempre la jondura y la grandeza.
Pese a no ser ésta una de sus noches memorables, hay que decir que estuvo bien en todo momento en los cantes citados, pero también la malagueña del Mellizo, en las alegrías, en los fandangos, en las bulerías. Es cantaor que sabe lo que se trae entre manos, y que por ello mismo da un sentido y una dimensión a los cantes que nada tienen que ver con la banalidad del cantar por cantar. Su último cante siguiriyero, por ejemplo, fue espléndido, estuvo dicho con reconcentrado interés. Y hemos de apuntar un defecto en el que Canela cae con frecuencia: no remata los cantes a veces, dejando los tercios colgados en el vacío.
Recital de Canela de San Roque
Cante: Canela de San Roque. Toque: Curro de Jerez. Círculo de Bellas Artes. Madrid, 4 de noviembre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 6 de noviembre de 2005