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Crítica:JAZZ

Dos por el precio de uno

La ocasión la pintan calva: el mago de los teclados Joe Zawinul dirigiendo una big band de jazz en su regreso a las fuentes de un género que parece repelerle, últimamente. Claro está que, quien tuvo, retuvo, y quien asistió el domingo a disfrutar con el moderno astro de los sonidos de fusión, antiguo jazzista, pudo escuchar a dos Zawinul por el precio de uno.

Al propio músico, en carne y teclados, por un lado, y reproducido en los 14 profesores de la Big Band de la Radio y Televisión Regional de Colonia. En sintonía con los grandes directores de orquesta de la historia, desde Duke Ellington, el austriaco-americano no se ha bastado con hacer traslado de su imaginario artístico al nuevo contexto, sino que se ha proyectado a sí mismo en la orquesta de marras utilizándola cual si fuera un apéndice más de su propio instrumental. Lo que significa que había un Zawinul a un lado del escenario, y otro Zawinul al otro, y la simbiosis entre ambos llegaba a tal grado que resultaba muy complicado determinar qué sonaba cuándo, si los sonidos sintetizados de los teclados interpretados por el Zawinul original o los 14 integrantes de la orquesta emulando el sonido de aquéllos.

XXII Festival de Jazz de Madrid. Joe Zawinul & WDR Big Band Köln

Joe Zawinul, teclados; Paul Shigihara, guitarra; Víctor Bailey, bajo; Nathaniel Townsley, batería; Álex Acuña, percusión + WDR Big Band Köln. Centro Cultural de la Villa. Madrid, 6 de noviembre.

Completaban el cuadro los conocidos Víctor Bailey y Álex Acuña, al bajo y las percusiones, respectivamente, junto a los menos viajados Paul Shigihara, guitarras; y Nathaniel Townsley, batería. En total, 19 intérpretes sobre el escenario. Ninguno sobraba: Zawinul es músico que todo lo aprovecha y no gusta de dejar huecos ni espacios vacíos, excepto para sí mismo. La noche tuvo dos partes diferenciadas. En la primera se escuchó lo mejor del intérprete-compositor-arreglista. La segunda, más visceral, incluyó música de Weather Report en arreglos bastante más elementales, con lo que la estupenda WDR Big Band pasó a ser un elemento decorativo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 8 de noviembre de 2005