La violencia vivida en Francia en los últimos días ha de servir como aviso para España. La falta de una política global de integración está dando frutos. Los hijos y nietos de inmigrantes, franceses en toda regla, siguen sin salir adelante, sin oportunidades y sin identidad nacional. Amargados y enojados, toman la calle.
En España, la inmigración es un fenómeno más nuevo y existe la oportunidad de prevenir que estos conflictos aparezcan aquí. Implementar políticas de vivienda que no creen guetos: que seamos todos vecinos. Fomentar un sistema educativo que facilite la mezcla entre los españoles hijos de inmigrantes y la población autóctona: que jueguen juntos los niños de todas nacionalidades. Agilizar el sistema de oposiciones para permitir que haya médicos, profesores y funcionarios extranjeros: que todos los niños vean la igualdad de oportunidades para todos.
Es hora para empezar un debate nacional sobre cómo va a ser España dentro de 30 años. Si no se hace nada, sólo hay que mirar hacia el norte para ver cuáles pueden ser las consecuencias.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 8 de noviembre de 2005