Alicia Gil canta totalmente entregada y hace un cante clásico de coplas y músicas conocidas. El cante que le pide el cuerpo, en esta hora de responsabilidad para ella. Canta con voz decidida, sobre todo cuando el recital va alcanzando una cota de duración que le ha ayudado a perder los primeros nervios. Es la suya una voz flamenca, un tanto opaca pero de evidente flamencura. Tientos-tangos, alegrías, bulerías... Va soltando su saber flamenco, que de momento no añade nada nuevo pero acredita su voz en la empresa.
Con los cantes de Levante -cartagenera y taranto- llega uno de los momentos culminantes de la noche. Los canta con grandeza y reciedumbre, recreándose en el trance. Después vuelve a las bulerías, palo que parece gustarle especialmente, pues lo hace en tres temas diferentes. Por soleares de nuevo acierta plenamente, venciendo la dificultad de un género que ella hace con valentía. Así discurre este recital de una nueva cantaora que nos permite albergar buenas esperanzas. Tiene rajo, tiene voz, tiene jondura. Si no se tuerce por el camino, llegará a ser alguien en el flamenco, que siempre es difícil y más para una joven que comienza.La acompañó a la guitarra Lito, eficaz en cuanto que acompaña sencillamente, sin hacer virtuosismo pero consciente de la importancia del toque en el cante.
Recital de Alicia Gil
Con el toque de Lito. Sala Libertad 8. Madrid, 7 de noviembre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 9 de noviembre de 2005