Si unas memorias de la antigüedad debieron ser suculentas ésas sin duda serían las de Agripina la Menor, la madre de Nerón. El caso es que esas memorias existieron -Tácito lo dice-, pero se han perdido. Pierre Grimal, una de las personas que más sabían de Roma, decidió inventárselas basándose en su imbatible experiencia como historiador y edificando toda la ficción sobre documentos auténticos. En el libro, Agripina explica en primera persona la historia de su familia en un relato que se solapa y continúa lo narrado por Graves en Yo, Claudio. La ambición, la política y el crimen se alternan con detalles como la crítica al peinado de Popea.
- Memorias de Agripina se ofrece mañana, lunes, con EL PAÍS por 2,50 euros.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 13 de noviembre de 2005