En estos meses se está hablando de la gripe aviar y de una posible pandemia.
Las autoridades están bien preocupadas y se gastan, o se gastarán, ingentes cantidades de dinero para intentar que una vez llegue tengamos los medios apropiados, se ponga la zona en cuarentena, se vacune a todo bicho vivo y eliminar a todas las aves que estén en la zona.
Pero en España tenemos una pandemia por diferentes zonas habitadas, se ponen los medios (relativos), se exige eficacia y cumplimiento de normas y leyes, pero cientos de personas enferman en sus ciudades, mueren varias de ellas por esta pandemia provocada por la industrialización y la desidia de instituciones y empresas.
No hay una alarma excesiva por parte de los distintos estamentos sanitarios, tanto locales como autonómicos o estatales.
Nunca se ha decretado, cuando sale un brote, y para evitar que enfermen y se mueran, un estado de alarma similar al que se pueda provocar por un caso de gripe aviar. Nos parece normal seguir paseando y que paseen por localidades y barrios por donde se sabe que hay una instalación defectuosa, que está originando la enfermedad y posible muerte de las personas que estén o vivan por ahí.
Estoy hablando de la legionela, esa enfermedad que se podría evitar si las empresas, estamentos sociales u oficiales cumplieran con las normas y leyes para el mantenimiento de sus instalaciones. Pero como hay que evitar costos, se conforman, si llega el caso, con la multa, pero el daño local ya está hecho.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 14 de noviembre de 2005