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Crítica:FLAMENCO

Cantaores

Jerez, el cante de Jerez. Es el lugar que conserva una mayor personalidad en su cante, un perfil más propio y definido. En esta ocasión oímos a tres cantaores ya veteranos, pero realmente valiosos pese a su escasa profesionalidad.

Luis, el Zambo fue el primero. Es hombre de generoso físico, que canta con voz delgada los cantes de su tierra. Cantes que son dos fundamentalmente: siguiriyas y bulerías. Todos los cantaores los hicieron; también los fandangos, pero esto es menos significativo. El Zambo los cantó divinamente, poniendo el acento donde debía. Por bulerías cantó con la facilidad con que los jerezanos hacen este cante; por siguiriyas tuvo más problemas, pero aun así las cantó de maravilla.

El Quejío que duele: desde Jerez al mundo

Cante: Luis el Zambo, Fernando de la Morena, Manuel Moneo. Toque: Alberto San Miguel, Antonio Higueros. Baile: Mercedes Ruiz. Colegio Mayor San Juan Evangelista. Madrid, 18 de noviembre.

Fernando de la Morena empezó por soleá, un cante que hizo despaciosamente, con las pausas donde debían ir. Después hizo los fandangos, las siguiriyas y las bulerías. Bien igualmente, con sentido, con intención. De la Morena tiene una especial facilidad para decir los cantes, y así los dice.

Y Manuel Moneo. ¡Qué gran cantaor es! Se explayó en cantes largos, de peso, densos como debe ser el buen cante. Hizo unas soleares magistrales, de las que se oyen ya raramente. Después las siguiriyas, que bordó literalmente, añadiendo dificultad a lo por sí mismo difícil. El cante por siguiriyas de Manuel Moneo fue el de un verdadero maestro, seguro, lleno de jondura y duendes de la mejor ley flamenca. Después, fandangos y bulerías, también ejemplares aunque pierden interés ante el magisterio de las siguiriyas. Los dos estuvieron acompañados por buenos guitarristas. Alberto San Miguel acompañó a El Zambo y De la Morena, e Higueros a Manuel Moneo, de manera extraordinaria.

Mercedes Ruiz es una joven bailaora, de cuerpo estrecho pero que sabe manejarlo muy bien. Bailó siguiriyas también. Un baile basado fundamentalmente en el zapateado, que hizo una y otra vez. Si el baile se redujera a ese taconeo diríamos que estuvo perfecta, pero está claro que es eso y mucho más, por lo que nuestro criterio no puede ser tan benevolente.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 20 de noviembre de 2005