El 20 de noviembre hace 30 años que somos libres. La libertad, como dijera George Orwell, es el derecho a decirles a los demás lo que no quieren oír. Durante 36 años en España no se pudo decir lo que la extrema derecha no quería oír.
Franco enfatizó en su larga dictadura que sólo se consideraba responsable ante Dios y ante la Historia; para los que creemos que no hay más Dios que la conciencia de cada individuo fue un irresponsable ante ese Dios y ante la Historia.
Fue el hostigador durante su mandato de los rojos y de los otros, de soslayo, retrasando el país en todos los sentidos casi 40 años.
Ahora podemos decirles a los demás, en la mayoría de los casos, lo que no quieren oír y no te dan un paseo ni te condenan a un pelotón de fusilamiento en el que tantas personas inocentes perdieron su vida por orden de quien se consideraba responsable para decidir quién debía o no morir.
Yo no he tenido la desgracia de vivir en esa cárcel disfrazada de país que fue España, con unos intentos deleznables de autarquía económica copiados del aterrador fascismo de Mussolini que llevaron el hambre y la miseria a toda España y la impotencia de no poder moverse ni siquiera para decir "señores, se están equivocando", en lugar de cerrar la herida de una trágica guerra civil. Espero no tener que pasar nunca por el mayor infierno posible, el de ser gobernado, dirigido y manipulado por quien no sabe escuchar, es decir, por quien no sabe razonar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 20 de noviembre de 2005