Leyendo EL PAÍS del 24 de noviembre me he llevado una sorpresa múltiple. La noticia en cuestión, publicada en el cuadernillo de Comunidad Valenciana, hacía alusión a la recepción por parte de unos setenta guardias civiles del diploma en valenciano. Primera y grata sorpresa: las fuerzas del orden público, aunque sea en un reducido porcentaje, aceptan con naturalidad la existencia de dos lenguas en el País Valenciano. Sigo leyendo y mi sorpresa va en aumento cuando me entero de que el general jefe de la VI zona (general Santandreu), habla valenciano (o mallorquín, o catalán, que la denominación es lo de menos, el general dixit). ¡Dios mío, la Guardia Civil tiene más claro que la pomposa Academia de la Lengua qué es lo que se habla por estas tierras! Pero la sorpresa que me invadía aún había de aumentar cuando seguí leyendo y descubrí que en dicho acto estaba presente el ínclito consejero de Cultura, el señor Font de Mora. Devoré con avidez el resto de la noticia esperando leer la contundente respuesta del consejero al general por tan atrevidas e inconvenientes declaraciones. Pero nada. El consejero se limitaba a decir bonitas y huecas palabras sobre la universalización del valenciano y el incremento de su uso (¿?). Aún estoy atónito. Ver (leer en este caso) para creer.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 23 de noviembre de 2005