Se va a paralizar la construcción de un macrohotel en plena playa, en el cabo de Gata. Ha tenido que ser el Estado el que intervenga en el caso. La Junta de Andalucía se inhibía. Se ve que el alcalde del lugar era del mismo partido que el que gobierna la Junta, y ni alcalde ni Junta estaban por la labor. De nuevo se demuestra que quien de verdad protege lo poco que nos queda de costa natural es el Estado. Los poderes locales y autonómicos están demasiado cerca de los intereses particulares, incluso a costa del interés general, incluso a costa de la costa. Que se recuerde esto cuando los nacionalistas de aquí y de allá vuelvan a pedir que el Estado les ceda la gestión de las costas.
Hace unos años, cuando Jaume Matas era ministro de Medio Ambiente, se derribó un hotel en la costa de Lugo. Que yo sepa, fue la única construcción que derribó Matas en toda su gestión como ministro, pero se encargó de que todos nos enterásemos publicando anuncios a página completa en todos los diarios, por supuesto a costa del contribuyente. Aquel derribo no tuvo mérito alguno. Se trataba de un hotel a medio construir que llevaba más de treinta años pendiente de ser derribado. Por lo demás, bajo el mandato de Matas, la Dirección General de Costas se distinguió no por paralizar construcciones, sino más bien por autorizarlas y por dar vía libre a las constructoras.
Cristina Narbona, en el breve tiempo que lleva al frente de Medio Ambiente, ha paralizado cientos de desmanes y tropelías que se iban a cometer en nuestras escasas playas aún no urbanizadas. Y no ha llenado los periódicos de anuncios para darse importancia. Pero la tiene.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 24 de noviembre de 2005