Hace 30 años empezaba la universidad; tenía 17. Desde mi mayoría de edad tuve la opción de votar, pude opinar, leer los libros anteriormente "prohibidos", protestar, viajar, asociarme... Y, además, puedo dormir sin sobresaltos noche tras noche. Mi agradecimiento al Rey, a todos los que lo hicieron posible, a todos los españoles y, cómo no, a todos los medios de comunicación (a pesar del empacho) por recordarnos una vez más que la concordia, unión, colaboración, comunicación, hacen posible una vida sin miedo ni crispación. En días como éste me siento muy orgullosa de ser española. ¡Felicidades, Majestad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 25 de noviembre de 2005