Frecuentemente leo sin sorpresa, pero con cierta melancolía, noticias sobre nuestro atraso en I+D.
Hoy me atrevo a relatar que he sido funcionario de Naciones Unidas durante más de 32 años. Mi última asignación como funcionario técnico economista en la Comisión Económica para Europa en Ginebra fue la de encargarme del seguimiento y análisis de las políticas públicas en estos temas a nivel pan-europeo. Al jubilarme, en el año 1989, ofrecí a muchas instituciones mis benévolos servicios. Entre estas figuraron 12 (doce, como diríamos en un cartel de toros) universidades a las que ofertaba un curso sobre los problemas económicos de planificación y ordenamiento de I+D. Ni tan siquiera una me respondió. De otras instituciones es mejor ni hablar, por educación y prudencia.
La endogamia y el amiguismo son más importantes que el conocimiento. Que continúen las jeremiadas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 26 de noviembre de 2005