Seis países: Alemania, Francia, Estados Unidos, Holanda, Reino Unido e Italia, son el origen último del 66,3% del total de la inversión extranjera recibida en España hasta junio, excluidas las ETV. Una excesiva concentración que se repite también en el ámbito sectorial, donde sólo cuatro sectores acaparan el 61% de los capitales invertidos: actividades inmobiliarias (19%), industria química (16,87%), intermediación financiera (13%) y comercio (10,39%). De ellos, sólo el sector químico tiene una actividad marcadamente industrial, mientras que los restantes pertenecen a actividades de servicios, y, en algún caso, con cierto carácter especulativo.
Este descenso de la entrada de capitales extranjeros, unido a la circunstancia de que las reservas del Banco de España sólo permiten cubrir el 67% de la importación mensual y que el encarecimiento del petróleo y el gas natural ha disparado la factura energética hasta el 3% del PIB, es un indicador que mantiene la luz roja en la evolución de nuestro sector exterior y agrava los problemas de financiación de la economía española, que, si es verdad que tienen un carácter estructural y, por tanto, escasamente atribuible a la política del Gobierno, también lo es que requiere una urgente cirugía en forma de mayores recursos presupuestarios, una reforma fiscal y laboral, y mayores inversiones en formación e investigación y desarrollo, además de la corrección de los diferenciales de inflación con nuestros competidores, tareas todas ellas que sí son competencia del Ejecutivo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 27 de noviembre de 2005