Parece que hay una serie de escollos para acordar entre todos un modelo de sistema educativo de futuro. Los unos quieren que la asignatura de religión sea para todos, evaluable, y además quieren que el Estado subvencione mediante conciertos educativos centros docentes cuya titularidad no es pública. Los otros quieren que con el dinero público se financie sólo a la escuela de titularidad pública y que la religión salga del sistema educativo.
Propongo una simbiosis sobre estos puntos: por un lado, eliminamos los conciertos (en un plazo razonable) destinando ese dinero a fortalecer una enseñanza pública de mayor calidad, y por otro, incluimos en ese sistema público fortalecido la enseñanza evaluable de la religión (a elegir entre modalidad confesional o laica).
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 27 de noviembre de 2005