Se acercan las elecciones municipales y sindicales. Concretamente, las elecciones del profesorado están a la vuelta de la esquina y las de mi pueblo, Castilblanco, también.
Soy compañera de un sindicalista. Siempre he pensado que la vida personal de mi marido debe ir separada de su actividad sindical. Para mi sorpresa, son cada vez más las noticias que aparecen en los medios de comunicación en las que se calumnia a políticos y sindicalistas. Algunas veces, una se echa a temblar cuando leemos la facilidad con la que aquellos que están al servicio de lo público y de los derechos laborales, son calumniados por terratenientes, por otras organizaciones, e incluso por personas concretas. En ocasiones, sólo el asesinato y encarcelamiento de sindicalistas colombianos, chinos, etc. superan estas situaciones.
Un vecino mío dirige una página web (www.castilblanco.org) en la que se recopilan noticias de mi pueblo. Se queja, a través de este medio, del atropello verbal que ha sufrido un buen sindicalista, Secretario de Inmigración.
¡Ya está bien! Juego limpio. No a la rumorología degradante que nos inunda. No seamos sacerdotes de una doble moral hipócrita y sectaria, pero comprometámosnos con una sociedad cada vez más justa y solidaria: sin cortinas de humo que nos apartan del auténtico trabajo sindical y político. Tome nota la oposición de mi pueblo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 28 de noviembre de 2005