La Comisión Europea reducirá el número de traductores de lengua española, equiparando la lengua de Cervantes a otras igualmente oficiales pero mucho menos habladas. Seguramente esta noticia producirá indignación en muchos castellanohablantes que quizá entiendan ahora cómo nos sentimos los que tenemos el catalán como lengua materna. No deja de ser una contradicción que la lengua que usamos con la familia, los amigos o en el trabajo no podamos utilizarla en el que pretende ser nuestro Gobierno. ¿Cómo quieren que nos identifiquemos con él.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 28 de noviembre de 2005