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COLUMNA

Corrupción en Valencia

Aquí, en el País Valenciano (espero que el TSJ no me condene por usar el término, cuya utilización en sus estatutos prohíbe a la Universitat de València. ¡Señor, qué cruz!), los escándalos por corrupción no cesan. Los pagos al cantante Julio Iglesias, casi 1.000 millones, domiciliados en paraísos fiscales para eludir a Hacienda, con la conformidad del ex presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana; la causa abierta por el TSJ contra Terra Mítica, la obra faraónica del mismo Zaplana -un fracaso total- por fraude fiscal y emisión de facturas falsas; el caso Fabra, en Castellón; las presuntas irregularidades de Ciegsa, encargada de las construcciones escolares y a la que el sucesor de Zaplana, Francisco Camps, se niega a que sea investigada... Un conjunto de escándalos que acapara la atención informativa de la prensa valenciana desde hace varias semanas. Sucede, sin embargo, que tales escándalos, que alcanzan de lleno a dos ejecutivos valencianos del PP, apenas merecen la atención de la prensa madrileña. ¿Se imagina el lector la que habrían organizado si todos estos escándalos se hubiesen producido gobernando los socialistas? Pero, claro, los gobernantes del PP, en especial Zaplana, son intocables para cierto sector de la prensa de la capital del Reino. En especial para los componentes del sindicato de los federicos: Libertad Digital, El Mundo y la Cope. Para esta gente, Zaplana es intocable. Y es que este cartagenero, más listo que el hambre, ya se cuidó de congraciarse con destacados comentaristas y medios de comunicación de Madrid, a través de fondos de reptiles bajo el disfraz de contratos con la Radio Televisión Valenciana o concesión de emisoras de FM, entre otras atenciones y prebendas, con el noble fin de que le bailasen el agua y le abriesen las puertas de la Villa y Corte, presentándole poco menos que como el político del siglo. No me duelen prendas en reconocer la astucia de quien ha sido, por desgracia, un nefasto político para los valencianos. Que se lo pregunten a su sucesor, Francisco Camps, que se encontró con la caja vacía y una deuda astronómica.

fburguera@inves.es

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de diciembre de 2005