Jordi Pujol avaló ayer en Madrid el mensaje deslizado la víspera en Londres por su sucesor al frente de Convergència i Unió (CiU), Artur Mas: que la coalición nacionalista está disponible para participar en la gobernabilidad y contribuir a la estabilidad política de España. Los recientes acuerdos presupuestarios y las enmiendas pactadas al proyecto de ley de Educación serían la prueba de esa disposición. Zapatero expresó su respeto hacia la oferta pero descartó un cambio de alianzas. Pero la oferta de Artur Mas no es para mañana, sino para la próxima legislatura. Y de aquí a entonces tendrá que haberse resuelto la cuestión de la reforma del Estatuto y se habrán celebrado las elecciones autonómicas catalanas.
Zapatero estaba condicionado por la opción previa de Maragall en favor de ERC, la única que le permitía presidir la Generalitat. Posteriormente, la hipótesis de sustituir a ERC (8 escaños) por CiU (10 escaños) como principal aliado de Zapatero ha sido suscitada varias veces, en general coincidiendo con desplantes de Carod Rovira que ponían en dificultades a los socialistas ante la opinión pública española. Sus amenazas de retirar el apoyo a Zapatero si éste no garantizaba el suyo al nuevo Estatuto tuvieron una primera respuesta en la búsqueda de aliados complementarios (PNV, principalmente) para el debate presupuestario.
Aquello se interpretó como una advertencia a Esquerra de que existían otras fórmulas para completar mayoría; pero era una advertencia virtual mientras la presidencia de Maragall siguiera dependiendo de los de Carod. Hay pocas posibilidades, por tanto, de que se produzcan cambios antes del final de la legislatura. Sin embargo, Artur Mas piensa en el futuro. La coalición creada por Pujol consiguió tres mayorías absolutas y otras tres relativas gracias a una peculiar combinación de nacionalismo y centrismo que le permitió influir considerablemente en la política nacional.
Ayer, Pujol recordó la larga experiencia de CiU a la hora de contribuir a la gobernabilidad, estabilidad y continuidad de la política española en momentos clave, tanto en tiempos de la UCD como luego del PSOE o del PP. El electorado de CiU valora esa dimensión española de la política de Pujol como una seña de identidad propia. Artur Mas, que radicalizó su discurso tras no alcanzar la presidencia en 2003, culpa a ERC y PP de la crispación actual, y se ofrece como garantía de vuelta a la moderación. Pensando en una nueva legislatura con Zapatero de presidente; pero pensando sobre todo en recuperar antes la presidencia de la Generalitat gracias a un mensaje que incluya la recuperación de su papel en la política española.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de diciembre de 2005