Todas las mañanas a las 8.30, cuando cojo el metro para ir a trabajar me planteo la misma pregunta, ¿cuántos trenes repletos tendré que dejar pasar? Hoy he conseguido incrustarme en el quinto y, como mucha gente, que tiene una paciencia infinita, he llegado tarde al trabajo.
No es una excepción. Las frecuencias de paso en la línea 9, que trae gente desde Arganda, se incumplen, y son de más de 5 minutos. Y mientras espero, veo los enormes anuncios de lo bien que la Comunidad ha cumplido el compromiso de los 30 días de espera para ser operado. Por suerte, no tengo ninguna necesidad de ir a un hospital pero, si los mismos que ponen esa publicidad también anuncian que el de Madrid, es el mejor metro del mundo, me puedo hacer una idea de qué entienden ellos por cumplir sus compromisos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 3 de diciembre de 2005