Con frecuencia, una noticia parece sumirnos en una trampa espacio-temporal, como en la película Atrapado en el tiempo. Es lo que pasó el jueves y parte de la mañana de ayer con el accidente de helicóptero de Rajoy y Aguirre. Entre esas imágenes y la publicidad de Demi Moore y Gabino Diego para el cava catalán, que también se repetía en todos los canales, crearon una barrera de imágenes casi insalvable. Helicóptero, cava. Helicóptero, cava. Y hasta el zapping salvador contribuía a la espiral reiterativa. Pero ya pasó, al menos lo del accidente. Los del cava son más persistentes. Y pagan por ello.
Con los políticos en constante primer plano de la vida televisiva queda escaso margen para otro tipo de figuras. Los escritores, por ejemplo. O los que escriben libros y los promocionan. Hubo tres libros en sendos canales en el prime time del jueves. Álvaro Pombo habrá sorprendido a más de uno con esa mezcla de vehemencia, caos y candor que lo hacen un personaje único. Estuvo en Noche Hache (Cuatro) para hablar de su novela Contra natura e inundó el plató con su loca sabiduría. Se fue por las ramas, citó a Spinoza en latín y se le acabó el tiempo. "¡Y no hemos hablado de mi libro!", exclamó revolviéndose de risa en su sillón. Algo así no le pasaría jamás a Fernando Sánchez Dragó. Él va a saco. Muy duro de entrevistar. No en vano su libro Kokoro: a vida o muerte es una autoentrevista de unas 500 a 600 preguntas (y respuestas), según dijo él mismo. Buenafuente, en Antena 3, con todas sus tablas y saber hacer, tenía dificultades para sacarlo de su ego-mercantilismo. Y eso que (Dragó) ha vuelto de una experiencia cercana a la muerte. Pepe Navarro (TVE-1) optó por algo más obvio. Invitó a Celia Blanco a hablar de su libro autobiográfico Secretos de una pornostar. Desde luego, no es una promo star. No daba mucho juego, aparte de su aguda risita; el entrevistador se aburrió pronto y la despidió. "¿Para eso me has hecho venir? ¿Sólo para tres preguntas?", se asombró la actriz de La mujer pantera o Follando como una campeona. Lo dijo Pombo, la tele no da para muchas profundidades.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 3 de diciembre de 2005