En demasiadas ocasiones, leemos titulares y escuchamos declaraciones que resultarían absolutamente incomprensibles si se produjeran en cualquier otra parte de Europa, pero que aquí se dicen con toda normalidad, como si no pasara nada.
Nos referimos a muchas de las declaraciones que se hacen en torno al juicio por el sumario 18/98. Al margen de la legítima interpretación que cada cual pueda hacer de este sumario, en lo que todos deberíamos coincidir es en la necesidad de que se mantenga la independencia judicial y en que se haga Justicia. Ni más ni menos.
Sin embargo, estamos escuchando voces que ya condenan a todas esas personas y voces que reclaman su libertad por aseverar su inocencia. Es preocupante que se esté tratando presionar y condicionar la aplicación de la justicia.
Podemos pensar que es un sumario nefasto o todo lo contrario, pero que se hagan retorcidas interpretaciones políticas del sumario para tratar de condicionarlo, flaco favor hacen a la Justicia.
Lo más asombroso es que, encima, haya personas que pidan -incluso lo hacen públicamente, sin ningún pudor- que se anule el sumario porque es un ataque al proceso de paz.
¿A qué proceso de paz se referirán? Aquí, hay lo que hay y lo que tenemos que demandar es JUSTICIA y la Justicia debe seguir su curso, al margen de las expectativas políticas del momento. La paz está en el tejado de quienes aún tienen las pistolas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 6 de diciembre de 2005