En negocio de los empresarios hoteleros de Barcelona es realmente redondo. La ciudad se ha convertido en un destino turístico de primer orden. El escenario es la ciudad y el Ayuntamiento se gasta el dinero de todos en mantenerlo limpio, seguro, recomponiendo lo que rompen o gastan millones de visitantes. Enorme gasto que los hoteleros se niegan a pagar porque van de pobres y, confabulados con la mayoría de los partidos políticos de la ciudad. Llorando un poco terminan por no pagar ningún impuesto especial o lo dejan siempre para el año que viene. Todo ese gasto, muchas veces millonario, lo pagamos ciudadanos, que no tenemos nada que ver con el negocio hotelero y sus muchos beneficios.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 7 de diciembre de 2005