Al menos 30 iraquíes murieron ayer y casi 40 resultaron heridos cuando un terrorista suicida hizo estallar su carga explosiva dentro de un autobús. El vehículo, que en ese momento salía de la estación de An Nahda, en el centro de Bagdad, se dirigía a Naseriya, en el sur chií de Irak. El atentado coincide con el refuerzo de las medidas de seguridad ante las elecciones del próximo jueves, en las que se espera que, a diferencia de las anteriores, también participen los suníes. Horas más tarde, el grupo Ejército Islámico en Irak anunció que había matado al estadounidense Ronald Schulz, a quien secuestró hace dos días. La Casa Blanca no confirmó anoche dicha muerte.
La mayoría de las víctimas mortales que quedaron carbonizadas iban en el autobús, lleno debido al inicio del fin de semana (jueves y viernes en Irak). Pero la explosión también alcanzó a otros pasajeros que se encontraban en las proximidades. No es la primera vez que se produce un atentado en la estación de An Nahda, de donde parten los autobuses que unen la capital con el sur del país. El pasado agosto fue alcanzada por tres coches bomba, que causaron 43 muertos y 89 heridos.
Algunas fuentes atribuyeron el ataque a la falta de vigilancia de la estación. "Es el tercero del mismo tipo y se podrían haber instalado detectores de metales y cachear a quienes entran", declaró a la agencia France Presse un testigo. Sin embargo, los testimonios recogidos por la policía apuntaban a que el atacante esperó hasta que el autobús salió de la estación para subirse a bordo evitando cualquier control. "El chófer trató de impedírselo, pero él insistió. Se sentó en medio del vehículo y se produjo la explosión", explicó un portavoz policial a la prensa.
La continuación de la violencia, dos años y medio después de la llegada de las tropas norteamericanas, está haciendo crecer la frustración entre los iraquíes de a pie, cuya calidad de vida no termina de mejorar. La esperanza está ahora puesta en las elecciones legislativas del próximo día 15, con las que se pondrá fin a los sucesivos Gobiernos provisionales que hasta ahora han malgestionado Irak.
Para evitar que los rebeldes puedan oscurecer el desarrollo de los comicios, el primer ministro iraquí, Ibrahim al Yafari, decretó ayer el estado de emergencia en las provincias de Al Anbar y Saladino, donde se concentra la mayoría de los insurgentes. Poco antes, los militares estadounidenses anunciaron el fin de su última operación en Ramadi, la capital de Al Anbar, donde han detenido a ocho supuestos miembros de la organización Al Qaeda en los cuatro días anteriores.
Además, las autoridades de Bagdad han tomado la inusual medida de impedir la entrada en el país de cualquier ciudadano árabe, no iraquí, hasta después de las elecciones. Como en ocasiones anteriores, las fronteras se cerrarán desde dos días antes hasta dos días después del voto.
Reducción de tropas
Por otra parte, el secretario de Defensa de EE UU, Donald Rumsfeld, evocó ayer en el Congreso la posibilidad de una reducción de tropas en Irak en 2006, informa José Manuel Calvo desde Washington. Si las elecciones de la próxima semana van bien, dijo Rumsfeld, el número de soldados, que ahora son casi 160.000, podría descender a 137.000. El secretario de Defensa reiteró que el plan depende de la situación y de las recomendaciones de los mandos sobre el terreno, y que el repliegue puede ser mayor: "Si las condiciones lo permiten, podríamos quedarnos por debajo de los 137.000".
El secretario de Defensa pronosticó un aumento de la violencia hasta los comicios del próximo día 15 "porque los terroristas tienen mucho que perder si las elecciones son un éxito, que es lo que van a ser". Horas antes de estas declaraciones, fuentes del Pentágono habían adelantado que existen planes para no desplegar dos brigadas (unos 7.000 soldados) como estaba previsto, y sustituirlas por equipos más reducidos con el objetivo de intensificar el entrenamiento de las tropas iraquíes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 9 de diciembre de 2005