Alejandro Jodorowsky (Tocopila, Chile, 1929) empezó a escribir su primera novela El loro de las siete lenguas, que Siruela edita ahora en España, en los años 60 y no la concluyó hasta finales de los 80. "Tenía 30 años, andaba desesperado, vivía en la angustia", recordó ayer en Bilbao. "Mi padre, ateo, no me había dado ninguna aspirina metafísica para los problemas del alma". En su búsqueda de caminos para disfrutar de la vida trasladó al libro que tanto tiempo le costó escribir todas sus experiencias. Se inpiró en El Quijote y creó 22 personajes, cada uno de ellos relacionado con un aspecto del alma humana, como los 22 arcanos del tarot.
"El loro de las siete lenguas es una novela iniciática", explicó ayer. "Me encontré conmigo mismo al acabar de escribirla. La novela no lo dice, pero el chamanismo y la psicomagia [una terapia artística en la que se enseña al intelecto a hablar el lenguaje del inconsciente mediante actos] curan los males de nuestro tiempo".
El tarot representa para Jodorowsky "un abecedario", que abre nuevas posiblidades en la vida. "La verdad del tarot es lo que despierta en tí, es un lenguaje óptico". Cada miércoles dedica cinco horas a leer el tarot a unas 40 personas que pasan por su mesa en un café de París. Ni cobra, ni adivina el futuro: "Yo doy opciones sobre el presente".
Comics y cine
Estudioso del tarot, guionista de cómics y cineasta, Jodorowsky aseguró estar harto de la literatura inútil. "El buen libro te da algo para tu vida diaria, un cambio espiritual", destacó. A pesar de haber terminado El loro de las siete lenguas hace 15 años, la novela no ha requerido cambios para edición española. "Sólo corregí los errores de impresión de la edición chilena", precisó. "Lo que diferencia el arte de la ciencia, es que la ciencia envejece. La esencia del arte es que no cambia, es intemporal". Jodorowsky reveló que antes de escribir sigue siempre el mismo ritual: se perfuma, incluidas las suelas de los zapatos, y quema incienso. "No escribo yo. Escribo en trance, directo del subconsciente y no lo puedo corregir", dijo.
Jodorowsky arrastra un biografía intensa. Fue junto a los escritores José Donoso, Jorge Edwards y Enrique Lihn uno de los renovadores de la escena artística chilena. Dejó Chile, se traslado a México y después a Francia, donde reside actualmente. Allí fundó, junto a Fernando Arrabal y Topor, el Teatro Pánico. Estudió mimo con Marcel Marceau y se psicoanalizó con Erich Fromm. Los guiones de cómics que escribe le reportan más ingresos que los libros; los proyectos para realizar nuevas películas deben esperar. El director de El topo, filme considerado de culto que estrenó en 1971, no consigue el dinero necesario. "No existe el director artista. Las películas las hacen las corporaciones", resumió.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 16 de diciembre de 2005