Algo le pasa a la Real de difícil explicación. Ponerse por delante en el marcador le revuelve el estómago. Los cuatro últimos partidos los ha perdido o empatado cuando tenía todo a favor para haberlos ganado. Y a la decepciónp en el marcador ha sumado expulsiones incomprensibles. Ir ganando le sienta mal. Contra el Madrid, perdió dos puntos en dos minutos. Contra el Racing le ocurrió lo mismo, en mayor espacio de tiempo, cuando se había adelantado también 0-2. Lo hizo, para mayor desgracia, con un gol en propia puerta. Contra el Villarreal, le bastaron cuatro minutos para marcar su gol y automáticamente entregarle el partido a su rival, que salió ovacionado de Anoeta. En Sevilla, ayer, rizó el rizo, y malgastó sus habituales dos goles en quince minutos fatídicos. En todos los casos, uno o dos futbolistas de la Real fueron expulsados.
La estadística habla mal del oficio de la Real y de su capacidad defensiva. Por algo es el equipo más goleado de la Liga a pesar de su hasta ayer desahogada posición en la tabla. Mientras tanto la Real busca delanteros en el mercado de invierno, asustados por la baja de Kovacevic, sin plantearse una mejora defensiva que frene una sangría estadística y anímica. Lo cierto es que cuando la Real se pone 0-2, los aficionados blanquiazules tiemblan. Y no les falta razón.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 19 de diciembre de 2005