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OPINIÓN DEL LECTOR

Escondido

En un rincón escondido de Madrid hay una estatua de Jesús de Nazaret muy jovencillo, entre 10 o 12 años. La figura debe tener un poco más de metro y medio de alto; le falta un brazo y tiene alguna muesca en la cara, tal vez por una pedrada. Contrastan los adornos luminosos de la ciudad con esta solitaria y olvidada estatua.

Quizás, esas heridas en la piedra pudieran significar una estrecha solidaridad y deseo de compañía con todos, pero especialmente con aquellos que tienen su vida amputada de alguna manera: enfermos, marginados, personas sin un futuro humano claro.

Pensaba que el mensaje de la Navidad -2.000 años después- tiene una vital actualidad, aunque pasa con frecuencia oculto y escondido, como aquella estatua.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 21 de diciembre de 2005